martes, 7 de abril de 2015

LA GRAN CIUDAD DE BARRO






CHAN CHAN


por: Cristian López Espinoza


Chan Chan es una de las ciudades de barro más grandes del mundo, quizás es la más grande de todas. Su nombre viene de Jan Jan que en voz  Mochic  significa Sol Sol. Está ubicada en la costa norte del Perú a escasos kilómetros de la ciudad de Trujillo. Fue edificada completamente con adobes hechos con tierra. Tiene una superficie de más de 20 kilómetros cuadrados y a lo largo del tiempo ha sido reducida a ruinas, debido a los innumerables saqueos  a que ha sido sometida a lo largo de su historia. La acción de las aguas lluvias provocada por los fenómenos del niño y la niña que azota cada cierto tiempo la zona, también han contribuido a la erosión de sus muros.

La ciudad era la capital de la cultura Chimú y habitaban  en dicha ciudad desde hacía cientos de años, vivieron allí hasta la llegada de los Incas. Se dice que en sus momentos de gloria llego a albergar cien mil habitantes. Ambas culturas fueron contemporáneas y por supuesto Chan Chan pasó a formar parte del Tawantinsuyu al ser los chimú asimilados y sometidos por los Incas un poco antes de la llegada de los conquistadores europeos. Los chimú son los descendientes de la cultura mochica que dominó la costa norte del Perú  mil quinientos años antes. Los Moche denominados “Los señores de la muerte” fueron grandes guerreros y excelentes orfebres y artesanos.

Muros y pasadizos



La deidad principal de la cultura Chimú  llego en una balsa desde el mar, desembarcó junto a su séquito en la costa e hizo grandes aportes culturales y tecnológicos. Los chimú fueron expertos pescadores y navegantes. Son famosos y celebres sus caballitos de totora, con los cuales se adentraban en el mar en busca de sus dádivas y recursos. Los chimú le heredaron ese legado a sus actuales descendientes, quienes siguen habitando la zona y cabalgan hasta los días de hoy sobre las aguas del mar en sus ancestrales caballitos de totora.

La ciudad de Chan Chan fue saqueada y destruida por los incas casi completamente durante la expansión del Tawantinsuyu. Cuando llegaron los españoles, la ciudad estaba casi completamente abandonada y destruida, aun así durante el virreinato sufrió múltiples saqueos y  destrucciones, debido a la creencia de que entre sus muros existían grandes tesoros escondidos.

En la actualidad se siguen practicando en muchas partes del mundo la usurpación de tumbas y destrucción de sitios  arqueológicos en la búsqueda del preciado reluciente. Todavía existe un gran tráfico y flujo de piezas arqueológicas destinadas a abastecer colecciones y museos privados, fundamentalmente europeos y norteamericanos. Las nuevas leyes para la protección del patrimonio son difíciles de aplicar y en muchos casos inútiles. Es casi imposible ejercer un control real sobre el patrimonio arqueológico, debido a que es tan abundante y  existe un gran mercado para abastecer, que funciona de manera ilegal y clandestina, pero que genera un montón de utilidades económicas.

La ciudad derruida



Llegar a Chan Chan es fácil. Hay que salir de la ciudad de Trujillo por la Av. Mompiche, que es la vía que va al balneario de Huanchaco. Desde el centro de la ciudad hasta la entrada de las ruinas, hay aproximadamente cinco kilómetros de distancia, alrededor de una hora caminando. En carro son de diez  a quince minutos. La idea es recorrer todo el complejo, sobre todo los lugares que no están restaurados. Lo ideal es ir acompañado, porque son lugares bien solitarios.

Dentro del complejo están los sectores restaurados, que lo componen el museo y otros edificios que no están abiertos al público. La Unidad Ejecutora a cargo de las faenas de conservación y restauración está realizando también trabajos en el sector del lado este de la carretera. Esa zona estaba completamente abandonada y era  profanada constantemente por los huaqueros locales. Todo lo que no ha sido restaurado o que está en proceso de conservación es quizás el noventa por ciento de la ciudad.  Esa es la verdadera Chan Chan, donde permanecen  presencias y reminiscencias ancestrales que aún  se perciben habitando entre sus muros y pasadizos. La ciudad es  como un gran laberinto mítico. El silencio viaja con el viento en la soledad  de los muros de barro y los gallinazos sobre vuelan la ciudad eclipsando al sol. Chan Chan nos trasvasija dentro de un reloj de arena, en el cual  vemos pasar el tiempo y el permanente cambio, en cada uno de sus pequeños granos.

Durante los cinco meses que viví en Trujillo, fui muchas veces a visitarla por días enteros, por lo general iba solo,  me gustaba sentir esa sensación de caminar entre sus plazas y pasillos completamente solitarios. A veces literalmente se me paraban los pelos, algunos espacios todavía contienen  mucha fuerza y energía. Además el material con que está construida la ciudad le otorga a las ruinas una pureza ancestral que sobrecoge.

Chan Chan es una ciudad en ruinas maravillosamente mágica. Ha estado presente en el interés de investigadores, viajeros y expedicionarios desde hace siglos, tiene una energía y vibración que te dejan en un estado de suspensión temporal. Está emplazada frente al mar y parece un castillo de arena en ruinas. Derruido por el viento y por el paso inexorable del tiempo.

El autor



En general todos los lugares donde hubo presencia de culturas antiguas, invitan a reflexionar sobre el ser humano, y Chan Chan no es la excepción. La ciudad de Chan Chan  fue construida ladrillo sobre ladrillo, por una cultura sofisticada para su tiempo, con un gran dominio del territorio y un manejo extraordinario de sus recursos.  Además los chimú fueron herederos de una tradición cultural milenaria y de una cosmovisión compleja, llena de mitos y rituales cosmológicos.

Al llegar al lugar de entrada, las ruinas se ven a ambos costados de la vía. Hacia el mar está el museo, que por supuesto es una visita obligada. La puerta de ingreso es un portal de madera en el medio de la carretera, por lo general  hay  guías de turismo esperando a los turistas y visitantes. Son personas que están  autorizadas, y te pueden acompañar en la visita. Desde allí hasta el museo hay un kilómetro y medio de distancia. Se ingresa por una vía ripiada, y la panorámica que se aprecia es impresionante, porque alrededor se levantan los muros derruidos por la erosión y hacia donde uno dirija la mirada hay vestigios de la ciudad. A medida que uno se va acercando a la entrada del museo, van apareciendo con todo su esplendor los castillos restaurados, con sus muros enlucidos, de más de ocho  metros de altura y un metro de ancho en la parte alta aproximadamente. Cada uno de los castillos debe tener diez hectáreas de superficie y parecen verdaderos corrales para mastodontes. Es difícil tener una idea exacta de cual pudo ser la altura exacta de los muros, los trabajos de restauración le dieron al complejo un aire de maqueta de utilería. Esperemos que los esfuerzos se enfoquen en conservar y preservar el patrimonio.

Ruinas y edificios



Sin lugar a dudas hay mucho todavía por descubrir y develar en la gran ciudad de barro.

Al llegar a la entrada del museo tienes la opción de recorrerlo por fuera, se puede rodear el perímetro por completo, yendo hacia la izquierda del museo  puedes ingresar por un pasillo largo que da hacia el mar. El Museo  colinda con otros recintos no restaurados con impresionantes ruinas de edificios con muchos espacios y dependencias; existen pequeñas habitaciones y pequeñas pirámides, grandes espacios abiertos entre los muros, que seguramente estaban destinados para realizar encuentros sociales y religiosos. También hay lugares de almacenamientos de alimentos, pozos de almacenamiento de agua, callejones, canales, callejuelas, portales, miradores, cementerios. Está llena de lugares con connotación mágica e histórica. Desde allí se divisa a lo lejos el mar, al otro lado de  la carretera que va bordeando la costa. Es difícil saber si el acceso principal a la ciudad era desde el mar o desde de tierra adentro, quizá la ciudad era un gran reloj de sol orientada en línea con la cruz del sur, simbolizada por la Chacana, presente en toda la iconografía americana.

Con los amigos de la unidad ejecutora



Lo cierto es que en el tiempo esplendoroso de la cultura Chimú, la gran ciudad de Chan Chan fue un eslabón importante en el permanente trasvasije socio cultural que existió en el mundo precolombino.

Desde el principio del tiempo, las migraciones  de los grupos humanos, proporcionaron las condiciones ideales para generar un intercambio cultural  que se fue desarrollando a través de milenios. Hace un poco menos de mil años los chimú tenían un importante intercambio comercial con los pueblos del norte, comerciaron con los cañarí, que habitaron la sierra septentrional del actual Ecuador desde hace tres mil años. Estos dominaron  la ruta del spondilus durante cientos de años y las rutas al oriente ecuatoriano proporcionando un montón de recursos provenientes de la amazonia. Los cañari además de tener importantes influencias de los chimú tenían una influencia cultural maya, lo que se nota en su abundante toponimia y antroponimia con raíces fonéticas y semánticas mayoides.  Los chimú por su lado, además de tener principalmente influencia Moche, tenían también reminiscencias ancestrales de la cultura de Tiawanaco y de la cultura Nazca del sur del Perú. Lo que prueba irrefutablemente, que las culturas precolombinas  tenían muchas raigambres comunes y  diversas al mismo tiempo, que sus bagajes culturales y sus tradiciones tenían un fuerte arraigo en una cosmovisión milenaria que se remonta a los principios del tiempo y que además todos compartían.

Chan Chan



Perú es un país arqueológico en su totalidad, la costa está llena de asentamientos y vestigios, la sierra también, con innumerables lugares reconocidos a nivel mundial que reciben a miles de visitantes. Lo más probable que en la selva amazónica escasamente explorada, se guarden celosamente entre su foresta sitios aun por encontrar. Permanentemente se están realizando grades hallazgos en el Perú, su política de inversión en patrimonio arqueológico es un  importante apoyo para los nuevos descubrimientos. Las unidades ejecutoras dependientes del Ministerio de Patrimonio están haciendo un gran esfuerzo para crear iniciativas de preservación y conservación en diferentes sitios de relevancia histórica en todo el país.

Las restauraciones de los muros



Sólo en los alrededores de Trujillo existen grandes complejos arquitectónicos y arqueológicos con mucha iconografía en relieve, escultura y pintura mural. Se pueden visitar  entre ellas: La Huaca El brujo y La Dama de Cao al norte, La Huaca del Sol y La Huaca de La Luna emplazadas en la campiña moche, a los pies de la Montaña Negra. También están dentro del itinerario La Hueca Dragón, La Huaca Esmeralda y La Huaca Arcoíris ubicadas en medio de la ciudad de Trujillo, y por supuesto “Chan Chan, la gran ciudad de barro.” Declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco el día   28 de noviembre de 1986.

Chan Chan es un legado invaluable para las actuales y futuras generaciones. Al estar allí, nos podemos  dar cuenta de la maravillosa capacidad que tiene el ser humano de adaptarse al medio ambiente y maximizar los recursos de su entorno natural, permaneciendo en dicho lugar  y  dominando su hábitat hasta llegar a construir una gran ciudad y desarrollar una  cultura que duró alrededor de mil de años.



Las tumbas

Chan Chan es la ciudad madre de las ciudadelas de barro. Recostada frente al mar espera por nosotros, invitándonos a ver pasar el tiempo suspendido en la frágil memoria. A la hora de la puesta del sol, en el ocaso  chimú.

      

                  (º)

 Cristian López Espinoza.

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