CHAN CHAN
por: Cristian López Espinoza
Chan Chan es una de las ciudades
de barro más grandes del mundo, quizás es la más grande de todas. Su nombre
viene de Jan Jan que en voz Mochic significa Sol Sol. Está ubicada en la costa
norte del Perú a escasos kilómetros de la ciudad de Trujillo. Fue edificada completamente
con adobes hechos con tierra. Tiene una superficie de más de 20
kilómetros cuadrados y a lo largo del tiempo ha sido reducida a ruinas, debido a
los innumerables saqueos a que ha sido
sometida a lo largo de su historia. La acción de las aguas lluvias provocada
por los fenómenos del niño y la niña que azota cada cierto tiempo la zona,
también han contribuido a la erosión de sus muros.
La ciudad era la capital de la cultura
Chimú y habitaban en dicha
ciudad desde hacía cientos de años, vivieron allí hasta la llegada de los
Incas. Se dice que en sus momentos de gloria llego a albergar cien mil
habitantes. Ambas culturas fueron contemporáneas y por supuesto Chan Chan pasó
a formar parte del Tawantinsuyu al ser los chimú asimilados y sometidos por los
Incas un poco antes de la llegada de los conquistadores europeos. Los chimú son
los descendientes de la cultura mochica que dominó la costa norte del Perú mil quinientos años antes. Los Moche
denominados “Los señores de la muerte” fueron grandes guerreros y excelentes
orfebres y artesanos.
Muros y pasadizos |
La deidad principal de la cultura
Chimú llego en una balsa desde el mar, desembarcó
junto a su séquito en la costa e hizo grandes aportes culturales y tecnológicos.
Los chimú fueron expertos pescadores y navegantes. Son famosos y celebres sus
caballitos de totora, con los cuales se adentraban en el mar en busca de sus
dádivas y recursos. Los chimú le heredaron ese legado a sus actuales descendientes,
quienes siguen habitando la zona y cabalgan hasta los días de hoy sobre las
aguas del mar en sus ancestrales caballitos de totora.
La ciudad de Chan Chan fue
saqueada y destruida por los incas casi completamente durante la expansión del
Tawantinsuyu. Cuando llegaron los españoles, la ciudad estaba casi
completamente abandonada y destruida, aun así durante el virreinato sufrió
múltiples saqueos y destrucciones,
debido a la creencia de que entre sus muros existían grandes tesoros escondidos.
En la actualidad se siguen
practicando en muchas partes del mundo la usurpación de tumbas y destrucción de
sitios arqueológicos en la búsqueda del
preciado reluciente. Todavía existe un gran tráfico y flujo de piezas
arqueológicas destinadas a abastecer colecciones y museos privados, fundamentalmente
europeos y norteamericanos. Las nuevas leyes para la protección del patrimonio
son difíciles de aplicar y en muchos casos inútiles. Es casi imposible ejercer
un control real sobre el patrimonio arqueológico, debido a que es tan abundante
y existe un gran mercado para abastecer,
que funciona de manera ilegal y clandestina, pero que genera un montón de
utilidades económicas.
La ciudad derruida |
Llegar a Chan Chan es fácil. Hay
que salir de la ciudad de Trujillo por la Av. Mompiche, que es la vía que va al
balneario de Huanchaco. Desde el centro de la ciudad hasta la entrada de las
ruinas, hay aproximadamente cinco kilómetros de distancia, alrededor de una
hora caminando. En carro son de diez a
quince minutos. La idea es recorrer todo el complejo, sobre todo los lugares que
no están restaurados. Lo ideal es ir acompañado, porque son lugares bien
solitarios.
Dentro del complejo están los
sectores restaurados, que lo componen el museo y otros edificios que no están
abiertos al público. La Unidad Ejecutora a cargo de las faenas de conservación
y restauración está realizando también trabajos en el sector del lado este de
la carretera. Esa zona estaba completamente abandonada y era profanada constantemente por los huaqueros
locales. Todo lo que no ha sido restaurado o que está en proceso de
conservación es quizás el noventa por ciento de la ciudad. Esa es la verdadera Chan Chan, donde permanecen
presencias y reminiscencias ancestrales que
aún se perciben habitando entre sus muros
y pasadizos. La ciudad es como un gran laberinto
mítico. El silencio viaja con el viento en la soledad de los muros de barro y los gallinazos sobre
vuelan la ciudad eclipsando al sol. Chan Chan nos trasvasija dentro de un reloj
de arena, en el cual vemos pasar el
tiempo y el permanente cambio, en cada uno de sus pequeños granos.
Durante los cinco meses que viví
en Trujillo, fui muchas veces a visitarla por días enteros, por lo general iba
solo, me gustaba sentir esa sensación de
caminar entre sus plazas y pasillos completamente solitarios. A veces
literalmente se me paraban los pelos, algunos espacios todavía contienen mucha fuerza y energía. Además el material con
que está construida la ciudad le otorga a las ruinas una pureza ancestral que
sobrecoge.
Chan Chan es una ciudad en ruinas
maravillosamente mágica. Ha estado presente en el interés de investigadores,
viajeros y expedicionarios desde hace siglos, tiene una energía y vibración que
te dejan en un estado de suspensión temporal. Está emplazada frente al mar y
parece un castillo de arena en ruinas. Derruido por el viento y por el paso
inexorable del tiempo.
El autor |
En general todos los lugares
donde hubo presencia de culturas antiguas, invitan a reflexionar sobre el ser
humano, y Chan Chan no es la excepción. La ciudad de Chan Chan fue construida ladrillo sobre ladrillo, por
una cultura sofisticada para su tiempo, con un gran dominio del territorio y un
manejo extraordinario de sus recursos. Además los chimú fueron herederos de una
tradición cultural milenaria y de una cosmovisión compleja, llena de mitos y
rituales cosmológicos.
Al llegar al lugar de entrada, las
ruinas se ven a ambos costados de la vía. Hacia el mar está el museo, que por
supuesto es una visita obligada. La puerta de ingreso es un portal de madera en
el medio de la carretera, por lo general hay
guías de turismo esperando a los turistas y visitantes. Son personas que
están autorizadas, y te pueden acompañar
en la visita. Desde allí hasta el museo hay un kilómetro y medio de distancia. Se
ingresa por una vía ripiada, y la panorámica que se aprecia es impresionante,
porque alrededor se levantan los muros derruidos por la erosión y hacia donde uno
dirija la mirada hay vestigios de la ciudad. A medida que uno se va acercando a
la entrada del museo, van apareciendo con todo su esplendor los castillos
restaurados, con sus muros enlucidos, de más de ocho metros de altura y un metro de ancho en la
parte alta aproximadamente. Cada uno de los castillos debe tener diez hectáreas
de superficie y parecen verdaderos corrales para mastodontes. Es difícil tener
una idea exacta de cual pudo ser la altura exacta de los muros, los trabajos de
restauración le dieron al complejo un aire de maqueta de utilería. Esperemos que
los esfuerzos se enfoquen en conservar y preservar el patrimonio.
Ruinas y edificios |
Sin lugar a dudas hay mucho
todavía por descubrir y develar en la gran ciudad de barro.
Al llegar a la entrada del museo
tienes la opción de recorrerlo por fuera, se puede rodear el perímetro por
completo, yendo hacia la izquierda del museo puedes ingresar por un pasillo largo que da
hacia el mar. El Museo colinda con otros
recintos no restaurados con impresionantes ruinas de edificios con muchos
espacios y dependencias; existen pequeñas habitaciones y pequeñas pirámides,
grandes espacios abiertos entre los muros, que seguramente estaban destinados
para realizar encuentros sociales y religiosos. También hay lugares de
almacenamientos de alimentos, pozos de almacenamiento de agua, callejones, canales,
callejuelas, portales, miradores, cementerios. Está llena de lugares con
connotación mágica e histórica. Desde allí se divisa a lo lejos el mar, al otro
lado de la carretera que va bordeando la
costa. Es difícil saber si el acceso principal a la ciudad era desde el mar o desde
de tierra adentro, quizá la ciudad era un gran reloj de sol orientada en línea
con la cruz del sur, simbolizada por la Chacana, presente en toda la
iconografía americana.
Con los amigos de la unidad ejecutora |
Lo cierto es que en el tiempo
esplendoroso de la cultura Chimú, la gran ciudad de Chan Chan fue un eslabón
importante en el permanente trasvasije socio cultural que existió en el mundo
precolombino.
Desde el principio del tiempo, las
migraciones de los grupos humanos, proporcionaron
las condiciones ideales para generar un intercambio cultural que se fue desarrollando a través de milenios.
Hace un poco menos de mil años los chimú tenían un importante intercambio
comercial con los pueblos del norte, comerciaron con los cañarí, que habitaron
la sierra septentrional del actual Ecuador desde hace tres mil años. Estos
dominaron la ruta del spondilus durante
cientos de años y las rutas al oriente ecuatoriano proporcionando un montón de
recursos provenientes de la amazonia. Los cañari además de tener importantes
influencias de los chimú tenían una influencia cultural maya, lo que se nota en
su abundante toponimia y antroponimia con raíces fonéticas y semánticas mayoides. Los chimú por su lado, además de tener
principalmente influencia Moche, tenían también reminiscencias ancestrales de
la cultura de Tiawanaco y de la cultura Nazca del sur del Perú. Lo que prueba
irrefutablemente, que las culturas precolombinas tenían muchas raigambres comunes y diversas al mismo tiempo, que sus bagajes
culturales y sus tradiciones tenían un fuerte arraigo en una cosmovisión milenaria
que se remonta a los principios del tiempo y que además todos compartían.
Chan Chan |
Perú es un país arqueológico en
su totalidad, la costa está llena de asentamientos y vestigios, la sierra también,
con innumerables lugares reconocidos a nivel mundial que reciben a miles de
visitantes. Lo más probable que en la selva amazónica escasamente explorada, se
guarden celosamente entre su foresta sitios aun por encontrar. Permanentemente
se están realizando grades hallazgos en el Perú, su política de inversión en
patrimonio arqueológico es un importante
apoyo para los nuevos descubrimientos. Las unidades ejecutoras dependientes del
Ministerio de Patrimonio están haciendo un gran esfuerzo para crear iniciativas
de preservación y conservación en diferentes sitios de relevancia histórica en
todo el país.
Las restauraciones de los muros |
Sólo en los alrededores de
Trujillo existen grandes complejos arquitectónicos y arqueológicos con mucha
iconografía en relieve, escultura y pintura mural. Se pueden visitar entre ellas: La Huaca El brujo y La Dama de
Cao al norte, La Huaca del Sol y La Huaca de La Luna emplazadas en la campiña
moche, a los pies de la Montaña Negra. También están dentro del itinerario La
Hueca Dragón, La Huaca Esmeralda y La Huaca Arcoíris ubicadas en medio de la
ciudad de Trujillo, y por supuesto “Chan Chan, la gran ciudad de barro.”
Declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco el día 28 de noviembre de 1986.
Chan Chan es un legado invaluable
para las actuales y futuras generaciones. Al estar allí, nos podemos dar cuenta de la maravillosa capacidad que
tiene el ser humano de adaptarse al medio ambiente y maximizar los recursos de
su entorno natural, permaneciendo en dicho lugar y
dominando su hábitat hasta llegar a construir una gran ciudad y
desarrollar una cultura que duró
alrededor de mil de años.
Las tumbas |
Chan Chan es la ciudad madre de
las ciudadelas de barro. Recostada frente al mar espera por nosotros, invitándonos
a ver pasar el tiempo suspendido en la frágil memoria. A la hora de la puesta
del sol, en el ocaso chimú.
(º)
Cristian López Espinoza.